Hola a todos
No sé cómo empezar; la situación descrita en el último post sigue evocando fuertes emociones en mí. Sospecho que alguno de vosotros piensa que armé un lío, que mi actitud no fue ejemplar. Me comporté mal como hombre y como sacerdote. Sólo tengo una excusa: quería ayudar, estaba tan animado por contribuir con los habitantes que actué sin pensar.
No puedo
concentrarme en nada ahora mismo. La situación actual, estando solo en la
parroquia, sólo me hace sentir peor. Estoy muy inquieto. Sigo teniendo la
sensación de que alguien me observa, me sigue. Creo que me estoy volviendo un
poco paranoico. Mas, por otro lado, es raro que supiera tanto de mí. ¿Cómo
sabía dónde encontrarme? ¿Cómo sabía que hablo español? Todas estas cuestiones son las cosas que no me
dejan dormir.
Lo peor de toda esta
situación es que no puedo hablar con nadie. Si, en efecto, no le he contado
esta esta historia a nadie. Tengo miedo por si el bandido se entera (no sé
cómo) de que “lo he hablado con alguien” y esta vez, como él mismo ha dicho, ya
no tendrá tanta paciencia. No sé que hacer. Siento que necesito hablar con
alguien. Llamé a mi amigo de Varsovia con la idea de que tal vez, conversar con
él me ayudaría un poco. Así pues, salí
de mi pueblo para visitar le. Nos conocimos en el instituto. Él también es
cura, pero estudió en otra ciudad, por ello nuestros caminos se separaron un
poco. Pero ahora que vivimos tan cerca, he aprovechado la situación para salir
de mi rutina diaria.
Eran las 20:05 cuando volví a la parroquia. Casi me da un ataque al corazón cuando vi que mi moto estaba toda rayada. No entendía nada.
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